viernes, 29 de octubre de 2010

Sin amor libre no habra revolucion

Esto es un texto que me encontré en una página web hace ya algún tiempo,.. Bastante interesante,.. Sobre todo si tomamos en cuenta la pobreza de espíritu que reina en nuestros días,.. Si queremos cambiar las cosas no basta con intentar cambiar un sistema político económico,.. Hay que cambiar a los seres humanos desde sus cimientos, si solo cambiamos las instituciones y las cabezas de las mismas, ¿Qué podemos esperar?,.. ¿Que podemos esperar de las personas que asciendan a estas posiciones?,.. Básicamente lo que ha fallado a lo largo de la historia son las personas y no las teorías económicas o sociales,.. Si queremos cambiar algo se debe cambiar las normas y reglas sociales, económicas y culturales impuestas por este sistema, empezando por las más básicas,.. espero que lo lean hasta el final y sobre todo que reflexionen acerca del aleccionamiento cultural y mediático al cual se nos ha sometido a lo largo de la historia.

¿Quieres a mi padre?”

“El amor no es para los pobres, hijo mío”

Un corazón en peligro, 1944

La cita inicial con la que encabezamos estas reflexiones pertenece a un diálogo entre parias, madre e hijo, de una de las muchas películas de Hollywood que tratan (y maltratan) el tema del amor.
 No estamos de acuerdo con que el nivel económico, la miseria en concreto, sea un impedimento para el amor. Ciertamente este se hace más difícil cuando la vida está regida por el imperativo de las innumerables horas de trabajo agotador, frustrante y mal pagado; pero aún en los campos de algodón cultivados al ritmo del látigo de la Alabama decimonónica, este era posible.

El amor, dice Erich Fromm, es un arte que como tal requiere ser practicado, a él hay que consagrar tiempo y esfuerzos, de forma que uno pueda encontrarse a sí mismo y poder amar, de forma que se supere el fetichismo que nos reduce a las personas y a sus características en mercancías, las relaciones en consumismo (El arte de amar, 1968).

Creemos, a pesar de lo dicho hasta aquí, que la cita introductoria no es del todo falsa. El amor ciertamente no es para los pobres, pero no en un sentido económico: el amor no es para los “pobres de espíritu”, que lejos de las consideraciones bíblicas creemos que son quienes no son capaces de amar y de ser libres, por culpa tanto de la organización social castrante en la que nos vemos envueltos como por culpa de la mutiladora moral prejuiciosa, autoritaria y posesiva, que basándose en el cruel juego del premio y castigo, el debe y haber, y en el remordimiento continuo, en esta plenitud de la civilización ha desembocado en lo que auguraba Freud: la infelicidad neurótica, incapaz para el amor y la libertad. Es en este insalubre sentido que todos somos pobres, y es así que no habrá un cambio posible, que realmente sea revolucionario, sino vanas reformas llenas de promesas vacuas, de estandartes nuevos tras los cuales enterrar las viejas miserias no afrontadas, si no alcanzamos la “riqueza de espíritu” que se complemente con una salud social-medioambiental.

Tal vez las palabras “amor” y “libertad” sean los dos vocablos más prostituidos, mistificados y fingidos en nuestra sociedad. Volviendo a Fromm, experimentar el amor posesivamente, de la forma del “Tener” (contraria a la forma empática de “Ser”), tal y como hoy lo experimentamos implica “encerrar, aprisionar y dominar el objeto ‘amado’”, que es así cosificado (vuelto cosa, sujeto de posesión). Esta forma anti-libre convierte el supuesto ‘amor’ en algo “sofocante, debilitador, mortal, no dador de vida”, de tal forma que concluye Fromm que “lo que la gente llama amor la mayoría de las veces es un mal uso de la palabra, para ocultar que en realidad no se ama” (Tener o ser, 1975). Siendo esto así, ¿por qué nos mentimos a nosotros mismos? En esta sociedad de consumo en donde todo y todos somos mercancías sujetos de transacción comercial. Cabe preguntarse si no será la aparente promiscuidad que nos quiere vender la televisión una forma más de consumismo compulsivo, carente de amor y llena de capricho, ansias de conquista y dominación. En esta sociedad donde el consumismo nunca nos da la felicidad, pero nos cobijamos siempre en él con la esperanza de que lo siguiente que tengamos sea al fin lo que dé sentido a nuestra vida, debemos preguntarnos si no serán, de igual modo, las “relaciones para toda la vida” autoengaños con los cuales ocultamos bajo la palabra (vaciada) amor una realidad de dependencia y de querer aferrarse a alguien que, cosificándolo, es así convertido e interpretado como la anhelada mercancía que nos libre de la agonía de la soledad, “un seguro de sexo y compañía de por vida” y algo con lo que afrontar la temida vejez preparatoria de la no asimilada muerte. En el libro de Philip K. Dick, Blade Runner -que luego adaptaría al cine Ridley Scott- los seres humanos que por culpa de la radiación nuclear de un holocausto ocurrido quedaban intelectual y emocionalmente mutilados eran considerados como “inferiores” debido a su “achatamiento del afecto” ¿Y no será que en esta sociedad la radiación de moralidad burguesa en medio de este entorno cada vez más ciber-industrial. todos, mutilados por la alienación económica y psíquica, padecemos este achatamiento del afecto?

Lo cierto es que nuestra alienación no es sólo económica, sino también psicológica, como muy bien intuyó Marx en sus Manuscritos sobre Filosofía y Economía (1844) que después por desgracia pareció olvidar. No es el triunfo de un proletariado difuso lo que nos puede traer la revolución. No, a no ser que se vaya mucho más allá de la economía, ¡a no ser que se vaya en contra de la Economía! De nada servirá una revolución de ningún tipo si no superamos la alienación que hay en cada uno de nosotros. Decían en el mayo francés “¡Mata al policía que hay en ti!”, pero no es suficiente, pues para eso antes debemos matar el hombre civilizado (domesticado) que habita en nosotros como una pesada carga.

Según Freud, el paso hacia la civilización fue el paso del Principio de Placer al Principio de Realidad; de una forma de vida basada en los instintos a otra forma de existencia reprimida por la razón. Así se pasó del goce (juego) al trabajo, de la receptividad a la productividad, de la ausencia de represión a la falsa idea de seguridad, del placer a la castración.

 Sostenía Herbet Marcuse en Eros y Civilización que “la libre gratificación de las necesidades instintivas del hombre es incompatible con la sociedad civilizada”, donde la “renuncia y el retardo de la satisfacción son los prerrequisitos del progreso”. Ninguna revolución que anteponga el productivismo, la rentabilidad, la eficacia, la velocidad, la despersonalización a lo que son las necesidades psíquicas básicas del ser humano -el amor y la libertad- puede ser revolucionaria. No será más que una copia con diferente disfraz de esta triste realidad. Sólo una revolución basada en la liberación de los instintos, del amor libre, sin posesividad ni prejuicios burgueses y cristianos, será realmente revolucionaria. Debe ser la felicidad, a fin de cuentas, el epicentro del “mundo nuevo”, aunque ello implique la destecnologización, desmasificación, desurbanización y deconstrucción postmoderna del Homo Economicus.

Tan cierto como que, cuanto menos se quiere uno a sí mismo, menos amor puede sentir por los demás, y más se engaña uno en el “amor”; es que cuanto más puedes amar más puedes odiar. Quien no es capaz de sentir emociones es ciertamente una persona enferma, quien viendo como hoy el sistema mata miles de personas al día, extingue 27.000 especies vivas al año, deforesta, aporrea, censura, castra a todo lo vivo en la tierra y no es capaz de sentir odio contra el Sistema, está clínicamente enfermo. Una de dos, o está enfermo de insensibilidad o padece el Síndrome de Estocolmo. Es por ello que, por paradójico que pueda parecer, quien quiera una sociedad basada en el amor libre debe combatir con odio la presente miseria.

Gracias por su lectura, y como siempre me despido recordándoles que se aceptan criticas comentarios y demás.. 

viernes, 15 de octubre de 2010

Elección…. ¿Que elegimos realmente?

     Todo parece indicar que cada persona tiene el destino de su vida en sus manos,  pero, ¿realmente es así?, los medios de masivos de comunicación nos venden la idea de que sí, la interminable lista de comunicadores que leen al aire mensajes esperanzadores es interminable, escritores que te dicen que luches para alcanzar tus sueños, mensajes del tipo “siempre sonríe y la fuerza estará contigo”, pareciera ser que tratan de convencernos de que si las cosas te salen mal es solo por tu culpa, porque no pones el esfuerzo o las ganas suficientes, esto podría ser medianamente cierto en el caso de las poblaciones urbanas, en las grandes ciudades, y solo entre la nueva clase privilegiada, (privilegiada por tener un lugar donde vivir, comida y trabajo),  pero, ¿qué hay de los que viven en zonas rurales?, en lugares olvidados no solo por dios, sino también por los estados encargados de darle certeza a esas personas, .. ¿Deberíamos olvidarnos de ellos?,.. ¿No son parte de la humanidad? 

    3500 millones de personas alrededor del mundo viviendo en extrema pobreza, ¿ellos tendrán elección?,.. A veces se nos olvidan otras personas, personas que no conocemos, que jamás veremos en nuestra vida pero que comparten con nosotros este planeta, ¿Qué pueden elegir ellos?, no tienen manera de ir a la escuela, en los lugares donde viven no existen trabajos, ni siquiera pueden elegir que comer ( comer es un privilegio), estas personas se convierten en invisibles, pero, ¿3500 millones de invisibles?, creemos que no tenemos que  preocuparnos por ellos, como si no fueran nuestro problema, tal vez esto sea verdad, pero, ¿por cuánto tiempo?,. ¿De verdad deberíamos pensar que esa realidad nunca nos va a alcanzar?, ¿tenemos esa certeza?  

     He escuchado gente decir que ahora se vive mejor que hace 100 años, puede que esto sea parcialmente verdad, ¿Por qué parcialmente?, porqué no es una generalidad, no todos vivimos mejor que hace 100 años, nos toco vivir cierta mejoría en algunos aspectos, pero, ¿nuestra generación vive mejor que la de nuestros padres?,.  Hace apenas 30 años un padre de familia podía darle a su familia una vida digna sin la necesidad de una carrera universitaria, ¿hoy eso es posible?, y sobre todo, ¿todo el mundo tiene acceso a una educación de nivel superior?.. Aun en centros urbanos la posibilidad de  estudiar una carrera universitaria es mínima, al menos en México, las universidades públicas de prestigio no incrementan su matrícula desde hace años, se han creado muchas escuelas a nivel técnico como  alternativa, pero estas escuelas en su mayoría cuentan con una calidad inferior incluso que una preparatoria, la educación a cualquier nivel es cada día mas mala, y, ¿qué pasa con esos jóvenes al terminar su carrera técnica, o incluso superior?

      Las oportunidades de trabajos son cada día menores no solo para los que no tuvieron la oportunidad de estudiar si no también para los nuevos profesionistas, muchos jóvenes terminan trabajando para franquicias de comida rápida o para tiendas de autoservicio, en donde no pueden ganar más de dos o tres salarios mínimos mensuales (en el mejor de los casos), ¿puede una familia sobrevivir de manera digna con este salario?

    Y,  bueno, después de darle tantas vueltas al asunto, ¿Dónde quedo la elección?, si al final no pudiste elegir estudiar o no estudiar, no pudiste elegir tu trabajo (trabajas en donde puedes, no en donde quieres), y al final tu única alternativa es conservar el trabajo que pudiste conseguir y mal vivir con lo que te pagan, y, ¿tus hijos?, ¿tendrán elección?, o, ¿su elección será lo que les puedas dar?

     En fin..  Tantas preguntas y muy pocas respuestas, y sobre todo tanta incertidumbre acerca del futuro, ¿pesimista?, .. No tanto,.. Solo intento mostrar lo que ya todos sabemos,..  lo sabemos, ¿y luego?,…  ¿qué haces cuando algo ya no te sirve?

     Creo que todos sabemos la respuesta.

     Como siempre, si alguien leyó esto,.  Muchas gracias, y sobre todo, se aceptan criticas, comentarios y demás, creo que la retroalimentación es muy importante para poder aprender.